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Me gusta el olor a libro nuevo, viajar mientras escucho música, caminar bajo la lluvia, imaginar historias en mi cabeza tirada en la cama, mirar viejas fotografías y recrear momentos del pasado, vagar sin rumbo por las calles de buenos aires y las noches de charlas interminables con amigas. No me gusta las sonrisas falsas de la gente, los silencios incómodos, lo lento que pasa el tiempo cuando estoy aburrida y lo poco que dura cuando más tiempo necesito, las palabras vacías y los finales.

domingo, 6 de febrero de 2011

Todo este tiempo no quise creerlo, inconsientemente, sufría una lenta metamorfósis, algo atroz ante los ojos de aquellos que ven más allá de lo obvio, pero aún así no pierden de vista lo más visible; y sobre todo aquellos que mantengan los oídos suficientemente alertas para atrapar la más mínima vibración de la tierra: si querida gente, me convertí de a poco en el ser más detestable del planeta: una persona falsa de doble discurso, y peor aún, en una hipócrita. El látigo que tengo por lengua nunca fue piadoso para los caretas, si hay algo de lo que yo me enorgullecía era en ser sincera, una moneda de dos caras iguales que decía lo que pensaba y lo mantenía de día y de noche. Que iba de frente y nunca atacaba por la retroguardia. ¿Y ahora? Ahora me di cuenta de haber sido doblefacética con respecto a una persona, al principio me convencía o mejor dicho, me consolaba repitiéndome con voz arruladora era un error inocente, que eran las reacciones normales que una persona puede tener con otra. Pero ya está, ya me cansé de autocomplacerme, me guste o no admitirlo (y creanme que en mi vida pensé que tal crimen podía ser ejecutado por mi misma) es así. Pero ahora estoy determinada de terminar con este lado oscuro nacido de quién sabe dónde,  yo no quiero ser así, yo ya no voy a ser así más. Y si se vuelve a repetir, juro por dios que me voy a cortar la lengua y colgarla en la pared para reirme de ella todos los días.

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