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Me gusta el olor a libro nuevo, viajar mientras escucho música, caminar bajo la lluvia, imaginar historias en mi cabeza tirada en la cama, mirar viejas fotografías y recrear momentos del pasado, vagar sin rumbo por las calles de buenos aires y las noches de charlas interminables con amigas. No me gusta las sonrisas falsas de la gente, los silencios incómodos, lo lento que pasa el tiempo cuando estoy aburrida y lo poco que dura cuando más tiempo necesito, las palabras vacías y los finales.

domingo, 6 de febrero de 2011


y así sin más se  tiró a la basura, si si, la verdad es que no le era de mucha utilidad, si quería comenzar de nuevo debía primero y principal deshacerse de lo innecesario, como ella misma. Porque lo último que quería ser era ella, y no fuera a ser que en alguna de sus incursiones buscando su nueva yo, la vieja saliera a la vista y arruinara todo, y quizás espantara a la nueva yo y ahí si, estaría totalmente jodida. –“Mejor entonces-pensó- no pensarlo mucho más y eliminar todos los posibles riesgos que dificulten mi transformación, no no, mi renovación, no no, mi nueva adopción.” Claro, por supuesto, porque para los términos anteriores hubiera necesitado un modelo sobre el cual moldear, una base, y era aquello mismo lo que estaba tirando a la basura. Y mientras se encontraba en el fondo oscuro del tacho, rodeada de cáscaras de bananas, repollitos de brusellas semi- mutilados por niños que se negaban a digerir “alimentos sanos (obviamente los adultos no tenían la menor idea de la salud de un niño), de papeles manchados por intentos de escritos mal logrados, fibras sin tapas secas, viejas y sobreusadas maquinitas rasuradoras y otras sin número de materiales inservibles y por demás asquerosos; meditaba que hubiera sido más juicioso deshacerse de aquel recipiente luego de haber encontrado otro para mudarse antes de haberse visto arrastrada junto al mismo en aquél océano de deshechos.

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